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  • Foto del escritorÁlvaro Trella Castaño

Sociedad dominada. Industria Tecnocultural y Analfabetismo Mediático


Foto: Margaux Margarite Duquesnoy / CC-BY-SA-2.0, Flickr

La razón es dominación. Esta es una de las ideas principales, o la central, que Max Horkheimer y Theodor Adorno quisieron transmitirnos en su Dialéctica de la Ilustración de 1944. Ambos autores se preguntaron cómo era posible, situándonos en el contexto de lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial, que el ser humano, en lugar de avanzar cada vez hacia un estado o mundo más civilizado y humano, haya podido caer en la barbarie de la guerra y el terrible uso de la razón para llevar la muerte a un nivel industrial.


Los autores exponen que la razón se ha instrumentalizado, ha sido utilizada no para el progreso del ser humano, sino para servir los intereses de poder de dominación.

La Ilustración pretendía que el ser humano se liberara pensando por sí mismo. ¡Sapere Aude! ¡Atrévete a saber por ti mismx! ¡Atrévete a servirte de tu propia razón! Exclamó Kant en su Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración? De 1784.


Para que el ser humano pudiera liberarse, emanciparse y salir de su “minoría de edad”, era necesario que utilizara por sí mismo su razón, el entendimiento, para comprender la naturaleza, el entorno, la realidad. El saber se convierte entonces en técnica, y ésta trae consigo el poder dominar la naturaleza, modificándola y adaptándola a nuestras necesidades.


Pero el ser humano, mediante el uso del intelecto y la razón, quiere dominar la naturaleza para dominar no sólo a ésta, sino también al ser humano. La técnica genera instrumentos para el dominio. El dominio de la naturaleza a través de la razón que pretendía la Ilustración se extiende hacia al dominio del propio ser humano.


Para Adorno y Horkheimer, la razón como dominio, o razón instrumental, “puesta al servicio de…”, está en la política misma, en la economía o en la cultura de nuestra sociedad.


La racionalidad económica es dominio, y el capitalismo es el orden dominante. Para satisfacer los intereses económicos y de dominio de este orden es necesario simplificar lo máximo posible el terreno de juego y para ello necesita eliminar las diferencias entre los individuos, haciéndolos parte del colectivo. Para la razón económica la individualidad, la diferencia, es un peligro y una desventaja. Es por esto que necesita vaciar al individuo y hacerlo parte del colectivo.


Adorno y Horkheimer se dieron cuenta de que para lograr estos objetivos, el orden dominante ha hecho de la cultura un negocio, introduciendo la producción industrial en diversos aspectos de la cultura como el arte, el cine o la radio, construyendo o estableciendo así lo que los autores denominaron industria cultural o cultura de masas.


Esta industria cultural reconfigura la realidad, poniendo el arte, el cine o los medios de comunicación, etc., al servicio del poder dominante para eliminar las diferencias y generar así una cultura de masas. El individuo es vaciado de toda diferencia e individualidad e introducido en el colectivo, en una masa más fácil de dirigir, controlar y sugestionar.


Una vez expuestas las reflexiones de estos autores, no puedo evitar trasladar estas ideas sobre la dominación y la cultura de masas o industria cultural a la actualidad.


En esta era tecnológica los formatos en los que se nos presenta la cultura han cambiado y la radio, la publicidad, el cine, el arte y los medios de comunicación ordinarios han sido sustituidos, modificados o desarrollados hacia otros formatos como internet, redes sociales, dispositivos móviles, tablets, y medios de comunicación digitales.


Los avances tecnológicos se producen a tal velocidad que lo que consideramos como una de las mayores revoluciones de nuestro tiempo, el ordenador personal, está quedándose atrás para dar paso a los smartphones, tablets, o smartwatches, y la posibilidad de inmediatez y sensación continua de disponibilidad y conectividad que traen estos dispositivos consigo.


Me pregunto si el cambio de formato tecnológico con el que se nos presenta hoy en día la información y la cultura puede permitirnos afirmar la continuidad de las teorías de Adorno y Horkheimer dentro de lo que podríamos denominar Industria tecnocultural o tecnocultura de masas.


La existencia de esta industria tecnocultural continúa con los mismos propósitos que la industria cultural: dominación a través de la mercantilización de la cultura (la cultura como producto o mercancía) y el vaciamiento del individuo para hacerlo parte del colectivo, eliminando toda diferencia que impida conseguir sus objetivos económicos y de dominación.


La industria tecnocultural no sólo produce elementos culturales como información, publicidad, contenidos audiovisuales, aplicaciones, etc., sino que también produce los dispositivos y plataformas necesarias para que tales elementos se encuentren en contacto permanente con nosotros.

Si la influencia de la industria cultural sobre la sociedad en el tiempo en que Adorno y Horkheimer la analizaron era enorme, ¿De qué magnitud será la influencia de una industria que produce elementos tecnoculturales de forma globalizada, inmediata y en contacto constante con nosotros y nuestro día a día? ¿De qué forma modifican o configuran nuestra realidad éstos elementos tecnoculturales?


Nuestro contacto con lo que llamamos “cultura” se produce la mayor parte del tiempo a través de nuestros dispositivos móviles. Vídeos, arte, información, publicidad, prensa, música…todo al alcance de unos pocos movimientos de nuestros dedos y a través de una pantalla.


Tal es la influencia que estos elementos tecnológicos y que estas nuevas formas de comunicación tienen sobre nosotros, que la “alfabetización mediática e informacional” (AMI) se presenta como una necesidad prioritaria para instituciones como la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).


Así afirma la Unesco en la introducción de su publicación Alfabetización Mediática e Informacional. Curriculum para profesores que:

"El Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que Todo

individuo tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho incluye el no ser molestado

a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de

difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. Alfabetización

Mediática e Informacional (AMI) provee a los ciudadanos las competencias que necesitan

para buscar y gozar de todos los beneficios de este derecho humano fundamental".


La realidad a día de hoy es que la mayoría de la sociedad no cuenta con los conocimientos y capacidades necesarias para analizar y reflexionar críticamente sobre los contenidos presentes en los medios de comunicación. Así mismo, las plataformas y dispositivos en los que estos contenidos se nos muestran funcionan de forma que inhiben nuestra capacidad de reflexión crítica hasta el punto de incorporar una función de “compartir” los contenidos, opiniones, informaciones, tal y como se presentan, de forma acrítica.


La alfabetización mediática e informacional consiste en educar a las personas de forma que comprendan el funcionamiento de los medios de comunicación, su impacto sobre nuestra sociedad, y analizar críticamente los contenidos que éstos producen, desarrollando para ello competencias básicas como la comprensión, pensamiento crítico o la creatividad.


UNESCO. Las 5 leyes de la alfabetización mediática e informacional

La alfabetización mediática es un devolver la mirada crítica hacia los medios de comunicación y contenidos a los que estamos constantemente expuestos.


En las redes sociales y otras plataformas de información y comunicación todo contenido se da por válido, sin importar o profundizar en su procedencia, credibilidad, fuentes, intencionalidad o repercusión.


Los medios de comunicación de masas desarrollan su actividad de forma análoga al arte de un/a ilusionista. El/La ilusionista consigue mediante determinados movimientos y estímulos centrar nuestra atención en lo que quiere que veamos, desviando nuestra atención y crear así una ilusión que se nos presenta como realidad, dirigiéndonos además hacia ésta u otras ilusiones.


Imagen de blog "Plano Sin Fin"

De este modo, los medios, a través de múltiples y diversas plataformas de difusión, producen y difunden contenidos a modo de producción industrial. Si una noticia funciona, aunque realmente no tenga valor informativo, periodístico o sea de menor importancia que otras de mayor trascendencia, esa noticia será tratada durante días o semanas en televisiones, medios de prensa escrita y digital y publicaciones en redes sociales configurando una ilusión, un paisaje artificial centrado en esa y otras noticias cuidadosamente seleccionadas, que condiciona nuestras creencias, actitudes y decisiones.


La razón es dominación, pero la no-razón, entendida no como razón instrumental si no como la ausencia de reflexión crítica, también es dominación para (hacia) quien carece de las capacidades o competencias necesarias para desarrollar una mirada crítica propia.

La forma en la que funcionan distintas plataformas de comunicación digitales y redes sociales como Facebook o Twitter, también influye sobre nosotros, configurando un modo de relacionarnos con la información que se nos presenta.


Se supone que plataformas como Facebook permiten a toda persona saltar al escenario público, pudiendo compartir sus opiniones, curiosidades, inquietudes o reflexiones sobre cualquier tema con todos sus contactos. Pero el funcionamiento de estas plataformas es tan inmediato y efímero, y presenta tantas toneladas de información, que se produce una tendencia masiva a sólo compartir o indicar que algo te gusta o te disgusta.


Es decir, reducimos toda nuestra capacidad reflexiva y crítica a tomar una decisión entre compartir o no una publicación o a decidir si te gusta o no y regalar un valioso “like”.

Esta actitud es peligrosa para nosotros, ya que dotamos de autoridad, de forma acrítica, palabras que no son nuestras, que a veces no sabemos cuáles son sus fuentes y de las que ignoramos su intencionalidad. Esto no puede más que producir una inhibición progresiva de nuestras capacidades.


La razón es dominación, pero la no-razón, entendida no como razón instrumental si no como la ausencia de reflexión crítica, también es dominación para (hacia) quien carece de las capacidades o competencias necesarias para desarrollar una mirada crítica propia.


Tal como expone Antonio Pele, Kant denominaba “minoría de edad” a la incapacidad para servirse del pensamiento propio, y afirmaba que la propia persona es culpable de este estado si la causa no era una carencia de entendimiento, sino una falta de decisión y valor para servirse de su propia inteligencia.


Kant llega incluso a referirse a un proceso de domesticación en el que han enseñado al ser humano los peligros de “caminar solo” y servirse de su propio entendimiento.


Si echamos la vista atrás y recordamos nuestro paso por las distintas etapas educativas estoy seguro de que concidirás conmigo en recordar mucha memorización y "copia-pega" de contenidos y poca posibilidad de reflexión crítica. Si no es así, me alegro profundamente por tí y me legitimas entonces a echarte totalmente la culpa de tu "minoría de edad" si sigues en ese estado.


Pero lo importante es ver que nuestra educación no ha estado pensada para desarrollar en nosotros un pensamiento reflexivo y crítico de las cosas, sino para absorver contenidos y vomitarlos después para sacar la mejor nota. Porque la nota era lo importante, no tu desarrollo como persona independiente, autonoma y con pensamiento reflexivo y crítico propio. Solo hay que ver la situación de la Filosofía en nuestro sistema educativo para darse cuenta de esto. Pensar está prohibido o es optativo.


Por suerte esto está cambiando, ya que l@s docentes presentes y futur@s son conscientes de la necesidad de realizar profundos cambios en el modo de entender la educación.


La propia Unesco expone la necesidad de introducir la alfabetización mediática e informacional (AMI en español; MIL en inglés) en el proceso educativo haciendo especial hincapié en la formación de l@s profesores y profesoras, "para sensibilizarlos sobre la importancia de la AMI en el proceso educativo, habilitarlos a integrarla en sus procesos de enseñanza y proporcionarles los métodos pedagógicos, planes de estudio y recursos apropiados".


Adorno y Horkheimer, además de diagnosticar algunas de las enfermedades de nuestra sociedad, afirmaron que una de las posibles curas a estos males es volver a entender y tratar la razón como un fin, como reflexión por reflexión, y no como un medio para algo externo. La Ilustración debía reflexionar sobre sí misma, al igual que nosotrxs.


Debemos ejercer nuestra libertad más pura, más poderosa, y servirnos de nosotro@s mism@s para dejar de ser agentes pasivos en este juego de ilusiones.


Parafraseando a Jean Paul Sartre, "somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotrxs".



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