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Foto del escritorÁlvaro Trella Castaño

Conversación entre Mozart y el lobo estepario: la parábola de la vida


Fuente de la imagen: "El Buda curioso"
“Cuando está usted escuchando la radio, oye y ve la lucha eterna entre la idea y el fenómeno, entre la eternidad y el tiempo, entre lo divino y lo humano”.

En las páginas finales de la obra “El lobo estepario” del escritor alemán Hermann Hesse, tiene lugar una fantástica conversación entre el protagonista de la novela, Harry Haller, y Mozart, músico venerado por el protagonista.


En el “teatro mágico” en el que tiene lugar esta conversación, Mozart le explica a Harry que escuchar una música tan plena y divina como la del mismísimo compositor clásico Händel a través de la radio o el gramófono es una parábola de la vida entera.


Una parábola, en literatura, es un relato simbólico a través del cual, utilizando analogías y semejanzas, se extrae un aprendizaje o enseñanza moral. Una especie de relato, narración o fábula a través de la cual, mediante semejanzas con la realidad, se pretende enseñar algo.


De este modo, Mozart le explica a Harry que aunque una música de gran calidad y belleza artística, perteneciente a compositores cuya música roce lo divino o lo perfecto, suene a través de un aparato vulgar de radio, éste no puede acabar por completo con la grandiosidad del espíritu de tal música, por mucho que la ensucie o la deforme. Aquí resulta práctico realizar un esfuerzo imaginativo y comparar la diferencia entre la música clásica de Händel o Mozart representada por una orquesta sinfónica y esta misma música reproducida a través de un aparato de radio o gramófono.


Así, continúa Mozart afirmando que “cuando está usted escuchando la radio, oye y ve la lucha eterna entre la idea y el fenómeno, entre la eternidad y el tiempo, entre lo divino y lo humano”.


Para entender mejor el motivo por el que Mozart explica esta parábola al protagonista de la obra, es necesario conocer un poco mejor a este último.


Harry Haller se ve a sí mismo como un ser formado por dos personalidades enfrentadas, la personalidad humana y la del lobo estepario. Mitad humano, mitad lobo estepario, siente que no encaja en su tiempo, ni en ningún otro.


El lobo estepario que Harry lleva dentro lo hace rechazar al mundo en el que vive y las personas que le rodean. La música de su época, la política, la tecnología, las personas y su modo de relacionarse, casi todo lo que rodea a Harry en el mundo real le perturba, le molesta o le hace sentir incómodo.


Mozart le dice a Harry: “Usted quiere morir, cobarde, pero no vivir”. […] “Usted ha de acostumbrarse a la vida y ha de aprender a reír. Ha de escuchar la maldita música de la radio de este mundo y venerar el espíritu que lleva dentro y reírse de la demás murga”.


Harry Haller vivía en un continuo estado de incomodidad o disconformidad con el mundo que le rodeaba, planteándose constantemente el suicidio. Había concretado incluso una fecha en la que llevaría a cabo la terminación de su existencia.


La “parábola de la vida” que intenta explicar Mozart a Harry constituye una de las mejores enseñanzas sobre la vida que he tenido la oportunidad de leer.


A través de esta conversación, Hermann Hesse logra lo que para mí hace que una persona que se dedica a la escritura y la reflexión lo haga desde una genialidad y talento distinguibles: Hacer explícitas ideas, reflexiones u observaciones que forman parte de nuestra vida cotidiana de una forma tan cercana y tan omnipresente que somos incapaces de objetivarlas, racionalizarlas y expresarlas de forma clara. Escritores como Herman Hesse logran exactamente esto mismo a través, además, de parábolas, analogías o fábulas, que permiten un acercamiento más cercano, vivo y claro.


Quizás yo mismo realice esta reflexión desde un enfoque demasiado personal y poco objetivo, pero me arriesgaré a realizar una generalización basada en mi experiencia. ¿Quién no ha sentido alguna vez en su vida la angustia, frustración o impotencia de observar que determinados aspectos de la realidad no se encuentran conformes a como uno mismo cree que deberían ser? Dicho de otro modo, la diferencia entre lo que uno cree que “debería ser” y “lo que es” en realidad a veces nos saca de quicio, nos irrita y no frustra hasta límites que provocan cambios en nuestro estado de ánimo, en nuestra vida o en nuestra relación con las demás personas.


¿En qué se funda esta diferencia entre “lo que debería ser” y “lo que es”? ¿Qué significa aquello que llamamos “lo que debería ser”? ¿Qué significa aquello que denominamos “lo que es”?


Evitando meterme en terrenos metafísicos pantanosos y resumiendo más que en exceso en relación a las ideas de este libro, podríamos decir que entendemos “lo que debería ser” como la idea, representación mental perfecta, que tenemos sobre algo y que tomamos como lo correcto en términos morales al ser lo “perfecto” en términos ideales. Esa representación mental perfecta que consideramos correcta de una cosa la comparamos más tarde con esa misma cosa en el mundo sensible, en su manifestación sensible.


Por ejemplo, la idea “lobo” comparada con la manifestación sensible de un lobo en el mundo, o la idea de la libertad comparada con la manifestación de la libertad a través de las personas que la ejercen o que no pueden ejercerla. De esta comparación extraemos una conformidad o disconformidad entre lo representado idealmente y la manifestación sensible en el mundo.


Dentro de este plano ideal se encuentran no sólo las representaciones mentales de las cosas del mundo, sino también los valores morales sobre los que basamos nuestra conducta y con los que interactuamos con las demás personas y con todas las cosas que componen la realidad. Con esos valores también juzgamos lo que es correcto o incorrecto, bueno o malo.


Resulta importante señalar que la disconformidad en la comparación entre nuestras ideas de las cosas del mundo con el mundo, y la comparación de nuestros valores morales con el mundo, o más concretamente con las personas y las relaciones que se establecen entre éstas, y entre éstas y el mundo, funciona de manera distinta.


Cuando nuestra idea de “lobo” no concuerda con el hecho del lobo existente en el mundo sensible, somos nosotros los que ajustamos nuestra idea a la corrección a la que nos obligan los hechos del mundo sensible. Si nuestra idea de lobo no concuerda con el lobo del mundo, no cambiamos al lobo del mundo, sino que cambiamos nuestra idea, anteriormente errónea o incompleta, del lobo.


Pero cuando la disconformidad se produce entre nuestros valores morales e ideales y hechos y acciones de personas en el mundo, realizamos un juicio moral de tales hechos y acciones y expresamos que aquello “no debería ser así”.


Tales juicios morales no se pueden realizar sobre seres o cosas del mundo carentes de racionalidad y moral, sólo sobre seres y personas con cierto grado de racionalidad y moral. No se puede decir de una montaña que “no debería ser así”, o que la caída de un meteorito sobre mi casa es malo o bueno por sí mismo, si no que las consecuencias de la caída del meteorito sobre mi casa son devastadoras. El juicio moral se realiza sobre aquellos seres a los que se les presupone una capacidad racional y moral con la que pueden elegir hacer una cosa o no.


Nos encontramos entonces en una situación en la que de la disconformidad entre mi idea de lobo y el lobo de la realidad, mi idea de lobo es la que tiene que ajustarse a su correlato real. Mientras que en la disconformidad entre mis valores y las situaciones o personas que actúan en el mundo, realizo un juicio sobre éstos desde mis valores, e incluso puedo intentar ajustar tales hechos, situaciones o elecciones de las personas a mis valores; por ejemplo, a través de normas morales o leyes que prohíban alguna conducta o elección.


Todo aquello que haga referencia a elecciones o decisiones de seres racionales y morales puede ser juzgado moralmente desde un marco moral personal o colectivo. Así mismo, toda situación resultante de tales elecciones y decisiones de seres racionales y morales, puede ser juzgada desde la moral. De este modo, creemos que podemos cambiar aquello que no está conforme a nuestro marco moral porque es el resultado de las decisiones de seres racionales y morales.


De las guerras, el hambre en el mundo, asesinatos, crímenes y conflictos entre personas decimos que éstas “no deberían ser así”, que “no deberían ser”, ya que, como resultado de elecciones de seres racionales, pueden cambiarse o, quizás, se podrían haber evitado.


Siguiendo esta línea, podemos decir incluso que la conciencia política surge de la disconformidad entre nuestro marco de valores y el marco de valores de otras personas, así como del resultado de las elecciones y decisiones de personas con un marco de valores igual o diferente del nuestro.


Esta disconformidad de la que estamos hablando entre lo ideal-moral y el mundo sensible es lo que Mozart afirma que puede percibirse escuchando a Händel a través de la radio y que constituye una parábola de la vida entera, la lucha eterna entre la idea (ideas y valores morales abstractos) y el fenómeno (manifestación sensible en el mundo).


Lo que Mozart intenta explicarle a Harry cuando le dice que tiene que aprender a reír, a vivir, a escuchar la música de la radio “venerando el espíritu que lleva dentro” es que tiene que tomarse la vida de una manera distinta.


Harry tiene que encontrar un equilibrio entre sus ideas y los hechos de la realidad, aunque le molesten, e intentar que esta disconformidad o lucha no le lleve a un estado constante de frustración y depresión.


Con esta conversación entre Mozart y Haller, Hermann Hesse nos expone, en primer lugar, una enseñanza sobre la vida: que ésta es una lucha entre la idea y el fenómeno; y, en segundo lugar, nos enseña una manera de afrontar esta lucha: acostumbrarnos a ella, a la vida como la lucha entre “lo que es” y “lo que debería ser”, según nuestros marcos ideales y morales, aprendiendo a reírnos del mundo y a tomarnos la vida con humor, dentro de lo posible.


La idea en la que se fundamenta esta conversación es que no podemos poner nuestras ideas sobre cómo debería ser el mundo y cómo es el mundo en la realidad en un conflicto permanente que nos afecte en exceso. Es necesario que encontremos un punto medio entre “lo que debería ser” y “lo que es” y aprender a vivir en cierta medida con esta disconformidad sirviéndonos incluso del humor, al igual que la vida se ríe de nosotros.

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